Sunday, September 15, 2013

APOLOGIZIA: Exaltación de la Dama más adecuada para España

41 años pasan ya del nacimiento de la chica que se forjó en las calles de Oviedo y se curtió en Madrid.
Pizpireta y perfeccionista para muchos, maniática hasta el extremo y redicha para otros. 
Letizia Ortiz, educada en colegios públicos, de familia republicana de pro y periodista desde sus genes, hasta lo más profundo de la médula. 
Fue alumna de la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense, hasta completar su licenciatura en Periodismo. 

Atrás quedan los amaneceres en los que ella informaba a los más madrugadores desde CCN+, los sábados de verano en los que se asomaba, desde la televisión pública, a cada pantalla en 'Informe Semanal' o los Telediarios compartidos con Alfredo Urdaci. 
Como atrás quedan, también, las imágenes de aquella asturiana nerviosa ante decenas de sus compañeros mostrando con una sonrisa su anillo de pedida de oro blanco y brillantes, un anillo que entonces simbolizaba una unión matrimonial, pero que a la larga es algo más.

Quizá Letizia, entonces, no preveía nada de aquel futuro que planeaba sobre su cabeza. 
Pese a todo, la periodista entró radiante un 22 de mayo de 2004 en la Catedral de la Almudena, y tras un breve contacto con su futuro cargo, caminó hacia el altar, dispuesta a convertirse en Princesa. Después de aquel momento en que salió de ese templo repleto de autoridades y miembros de familias reales de medio mundo, ya no había periodista, había Alteza Real.

Su carácter ambicioso hizo que, en muy poco tiempo, deslumbrase a los miembros de la Casa del Rey. Letizia ha copado desde entonces portadas de prensa, en detrimento de sus cuñadas, la ahora venida a menos Doña Cristina y de la mujer con el coeficiente intelectual más cuestionado de este país, la Infanta Elena.

Ya dentro del seno de los Borbón y Grecia, la expresentadora de informativos se situó al lado de la Reina, quizá ejerciendo de consejera y confidente matrimonial, y ha sido un apoyo importante para su marido.

Madre de dos hijas, Doña Letizia, es el vivo retrato de la mujer española. Salvando la gran distancia que supone pertenecer a la Casa del Rey, vivir en Palacio y que planee sobre su cráneo la Corona de España.

Criticada por sus operaciones de estética, su botox, sus salidas nocturnas, sus tacones altos o su asistencia a conciertos Pop, pero... déjenme que les diga una cosa, prefiero una Reina que 'lo da todo' con The Killers a una que bate palmas de manera autómata después de una representación operística. Quizá esto sea un gesto insignificante, pero a mi parecer, es un símbolo de cambio.

No deja de ser un cuerpo extraño, dentro de la Familia Real, que ha luchado contra viento y marea por adaptarse y por hacer frente a la críticas que la tachan de 'bicha', de trepa o de 'Fictizia'.

Coincido con la afirmación que Andrew Morton hace en 'Ladies of Spain': "No sólo es la Dama de España, sino que es la Dama más adecuada para España".
Una mujer, que lejos del papel de florero de la pobre Sofía, busca su hueco y que le pone un par de cojones cada día. 

Evidentemente, todo eso entra dentro de la asignación anual de todos los españoles a la Corona, que este año es de 7.930.000€una asignación más que suficiente. 

Quiero dejar claro, que no estoy defendiendo una institución, ni muchos menos la disnastía Borbón de la que muchas perlas podría soltar, desde los líos de cama de Don Juan Carlos, hasta la viperina lengua de la Infanta Pilar. Lo que estoy defendiendo es a una plebeya, que hace nueve años entró a formar parte de un mundo que no era el suyo, y que a diferencia de Kate Middlenton, proviene de una familia humilde y que afronta diariamente las críticas de los republicanos y los monarcas de pro. Una plebeya que no deja de mostrar día a día su valía para ostentar, junto a su marido, la Corona de nuestro país, que créanme ustedes, a día de hoy tiene que pesar, tal y como están las cosas.

Efectivamente no estamos ante una Lady Di, con una vida más llena de fortuna, ni ante una Rania de Jordania, ella es Letizia, y aunque también se ha convertido en un icono, lo ha hecho con un carácter propio y una esencia personal.
Y ahora ya les dejo que me odien, porque soy consciente de que ella nos es una figura que goce de gran simpatía entre los españoles, pero esto es una mera opinión de un joven de 20 años.
Víctor Amor 


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