A tantas y tantos, que
con su voz sanan.
Me encantan las voces. Son como una huella dactilar, nos
distinguen. Pero, estas, son capaces de emocionar.
Me enamoro de las voces. Puedo hacerlo, y lo he hecho.
Lo mío con la sonoridad de las cuerdas vocales es enfermizo.
Podría enumeraros miles de personas que me han ayudado, animado, herido,
levantado, alegrado… con su timbre, tono e su intensidad.
Crecí con la radio. Pero, hoy, no voy a hablaros de ella.
Podría, pero no.
Hablo de la voz y las emociones. De lo que, de manera innata,
imprimen sus sonidos en el corazón.
Desde que tengo uso de razón, doy una importancia enorme a
las palabras hechas sonido.
Llevo tres años en Madrid, y por mi tímpano han pasado
tantas y tantas. Muchas sin dejar huella y otras que han tatuado su nombre en
lo más profundo de mi cerebro. Y, las menos, pero, las más importantes, han
firmado un contrato blindado con mi corazón.
Por ejemplo, Tamara y su voz dulce, capaz de curar al más
enfermo. Isa, que hace de su tono y timbre la banda sonora de la sensatez y el
cariño. Cris, que escucharla te deja helado. Profesional, pero profesional de
las del corazón, de las que se dejan querer y quieren.
María, experta en este tema, sanadora de voces y con voz
sanadora.
Max, mi compañero de dúo, mi amigo del alma. La voz de la
experiencia, de la lucha y del trabajo con una meta clara. La voz masculina más
firme que tengo en Madrid. Con perdón de Carlitos, la lealtad hecha dicción.
Sería injusto hablar de las voces de mi vida sin mencionar a las que tengo a una llamada de distancia. Como la de
mi hermana postiza, Patricia. A distancia, desde el otro lado del teléfono ama,
siente y quiere, desde la palabra. O mi prima, no de sangre, pero de corazón,
Virgina, la que me escucha llorar y reír, y con un “Tranquilo” calma mi ira más fuerte. Pienso en Lau, la armonía que
suena a sinceridad. Geli, que esucharla es un placer lleno de sabiduría y
cariño. En la locura del timbre de Elena o en la inconfundible risa de Rebeca. El
tono de Marta, y su sensibilidad arrojada, como un torrente de agua potable, por
sus cuerdas vocales.
Me río yo de Carlos Herrera, de Pilar Tabares, Francino o
Tony Aguilar. Nadie escucha, aconseja, comunica y acoge como mis voces.
Retrospectiva de sonidos esta que hago. Todos bueno, porque
los malos sólo dejan células muertas en la cóclea. Pero, son eso, células
muertas. Cosa del pasado.
Ya veis, los amigos son la familia que eliges. Pero, además
son las voces, músicas y emociones que escoges.
Porque, sin voz, no soy nada. Pero, sin voces, no soy nadie.
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