No me acordaba de la somnolencia que producen unas copas de
más.
Me han despertado las llamadas de un 620…
¡Mierda! Ayer dí el teléfono a David. Yo y mis borracheras.
No te preocupes, no es nada serio.
No te preocupes, ni siquiera es nada.
Ayer he metido la pata hasta el fondo. Huelo a boñiga de lo
que la he cagado.
Elena ha esperado el mínimo ápice de movimiento para venir a
preguntarme. Como una maruja.
En la cama estábamos ella, su coleta mal hecha, las resacas
de ambos y servidor. No he podido hablar. Desde que te has ido se me da mejor
llorar.
David no ha parado de llamar. Este chico aparte de ser mono,
tener tu sonrisa y la virilidad de un orangután en celo… Es un pesado. No estoy
como para aguantar gilipolleces.
En realidad no estoy para nada, ni para nadie. Sólo para los
cuidados de Elena.
Apenas he comido ¿Sabías que los remordimientos quitan el
hambre?
Me encantaría verte. Acariciarte la cara. Colocarte los
cuellos de tu americana antes de salir de casa. Respirar tu aire. Arrastrarte
los domingos por la mañana hasta el quiosco. Compartir cervezas y robarte
cigarros de tu pitillera. Me encantaría, pero ya no me dejas.
Ser adicto a ti, es como ser adicto a la cocaína. Podré
controlar la adicción, pero seré adicto toda la vida.
He estado al borde del colapso. Ayer he caído en la contradicción. Olvida a
David y ¡Vuelve!
Hazlo ya. Te quiero. Te necesito aquí.
Me ha llamado Mamá. Nada importante. Control de mi estado de
ánimo. Se me da bien mentirla. También he hablado con Papá. Él y yo somos como
el perro y el gato, pero nos necesitamos, me parezco tanto a él... Mi hermano, vive
en su mundo, le he preguntado por sus clases de Inglés y he tartamudeado. Me da
vergüenza llorar delante de él, así que he decidido colgar.
He sentido la necesidad de apoyarme en algo sólido.
He llamado a Ana. Mi ángel de la guarda en el curro. La he
propuesto una cena. Pronto. Mañana madrugamos. Ana, como siempre, dispuesta.
Elena no se ha querido perder el evento.
He mirado por la ventana y he deseado comer
la tortilla y las croquetas de Lola. De mi Doña Lola.
Ana ha tocado el timbre. Nosotros hemos bajado. Estaba
preciosa. Siempre se carda la parte de detrás del flequillo un poco. Le queda
genial.
Hemos sorteado a la gente hasta llegar a Doña Lola. Yo he
entrado primero. Quería en exclusiva. En primicia el beso de Lola.
La he presentado a las chicas.
Pedimos croquetas, tortilla y huevos fritos con jamón. Estaba
tan rico…
Elena y su afán de protagonismo se me han adelantado. Ella
se ha encargado de contar mi cagada a Ana.
Ana y sus ojos verdes se han clavado en mí. Me ha cogido la
mano derecha, donde tengo tu pulsera de conchas. No ha hecho falta más. Sólo
quería eso.
Nos hemos quedado solos en el bar. Lola se ha unido a la
conversación.
¡Bendito yo sea entre todas las mujeres! Conjunción de mis
ángeles.
Me han colmado de buenos consejos. Como siempre yo voy a hacer lo que quiera.
Ellas te han insultado un poco. Todas menos Lola. Creo que a
ella le pasa como a mí. Le jode que lo nuestro acabe.
Ana ha mirado el reloj ¡Las 11!
Nos hemos ido. He dado un beso enorme a Lola. Ella me ha
compensado un abrazo. Se ha detenido el tiempo.
Elena y yo hemos acompañado a Ana al coche.
A la vuelta Elena me ha cogido por la cintura. He apoyado mi
cabeza en la suya. Sólo necesitaba sentirla.
Estoy en la mierda. No paro de pensar en ti. En el cuadro de
Kate Moss. En inventar un botón de retroceso que borre a David de mi vida. En
que vuelvas.
Jamás usaría ese botón para borrarte a ti, Sergio. Ya te
dicho que soy adicto a todo lo que tenga que ver contigo.
Hemos llegado a casa. Elena se ha cerrado en el salón. Tenía
que hacer un par de prácticas para mañana.
La he dado un beso y he espetado un tímido “Gracias”. Ella
me ha sonreído. Tiene los dientes perfectos.
He cogido el CD de Malú.
Me encanta ella. Es guapísima. Su
sonrisa es armoniosamente mágica y su voz es un regalo del cielo.
“…Y sin tu luz, y sin
tu luz, ya no hay amor, ya no hay dolor. Y sin tu luz, EL APAGÓN. ¿Cuántas veces vivimos algo mágico? ¿Cuántas
veces hablamos por teléfono? ¿Cuántas veces me tuviste entre el sí y el no?...”
Hoy es ella quien me deja inerme. Me ha partido en dos. Me siento pequeño. Sin tí. Sin tú luz. En medio de este apagón.
Mi cabeza, lejos de apagarse, echa humo. Ni mis lágrimas
amainan el fuego.
Por mi culpa. Por David y sus mil llamadas perdidas. Por tus
maletas en la puerta. Por mis ganas de que vuelvas.
Porque yo creo que lo harás.
¡Volverás! ¿VERDAD? Dime que lo harás.
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