Monday, November 18, 2013

DÍA 6. Me cuesta tanto olvidarte



He esperado despierto la alarma.

¿Recuerdas mi despertador? Ese ruido infernal que te torturaba, a diario, a las 06:55.

Ducha, café, gomina y a las calles de Madrid.

Hasta el curro he ido acompañado con Ana, Jose María y Nacho. Me dan mucha energía por las mañanas, sobre todo si son como hoy, lunes de remordimientos y dolores.

“… Me cuesta tanto olvidarte, me cuesta tanto olvidarte, me cuesta tanto. Olvidar quince mil encantos es mucha sensatez, y no se seré sensato, lo que sé es que me cuesta un rato hacer cosas sin querer…”

Pero nada. Todo me recuerda a tí. La música de Mecano. La cara de Kate Moss en las marquesinas de los autobuses. Los hombres con ojos claros. Los cigarrillos de liar. Tu coche.

¡Un momento! ¿¿¿QUÉ HACÍA TU COCHE A DOS CALLES DE MI TRABAJO???

Estás jugando conmigo.

He fumado un par de cigarros seguidos, apoyado en la puerta de tu coche, por ver si regresabas. Me he sentido ridículo y he echado a correr hasta el trabajo.

Me he mirado en el espejo del ascensor. Doy asco.

La jornada no ha sido nada especial. Encima Ana no estaba. Empiezo a depender mucho de ella, como me pasa con Elena.

Hoy no me ha esperado nadie a la puerta. Tendré que acostumbrarme a los quehaceres de Elena y a que ya no estás. Lo segundo es más difícil.

Ayer cargué con tanta culpa que hoy decidí llamarte. Elena me ha borrado tu número de la agenda, pero lo bueno de quererte tanto es que siempre me lo sabré de memoria.

Un tono, dos… ¡Por fin! ¡TU VOZ!

Hacía una semana que no sonreía. Me ha gustado oírte. Me ha encantado que me preguntaras por todo. Me ha gustado que me propusieras quedar.
-¿Hoy a las 21 te viene bien? Me dijiste.
-Sí, como tú prefieras. Ya estoy libre. Esa fue mi respuesta.Sevicial, como siempre.

Opté por no avisar a nadie de esto. Da igual, no lo aprobarían. Velan por mi salud.

Me encanta como me has conseguido sacar de mi terreno. Eliminar a Elena. Anular mi adicción al móvil. Me encanta como me has hecho vivir en la inocencia de la ilusión.

He sido puntual.
Tenía mono de esperarte. Llevaba una semana sin hacerlo.

Verte me ha revuelto todo por dentro.

Tus motivos de huida no sirven para cerrar mis heridas.
No me ha servido un “noerestusoyyo”, no me ha servido un “tequieropero”, no me ha servido… Sé que hay algo más de fondo, pero hoy no quise desaprovechar nuestro momento. Nuestro encuentro furtivo.

Caminar por Paseo del Prado a cualquier hora contigo es genial.
Te he acompañado hasta tu nueva casa. Me he sentido tan adolescente…
Me he visto obligado a decir que sí ante tu invitación de subir.

Aún no me puedo creer que hayas cambiado Malasaña por Lavapiés. Aún no puedo creer que acumules tanta mierda en tu nueva casa. Aún no puedo creer que no vivamos juntos.

Tenerte en el sofá,  a un palmo de distancia y no besarte era inevitable. Tuve que hacerlo. Era obligatorio.

Todo fue muy rápido, me desarmaste la velocidad que me quitabas la camisa. Yo me rendí ante ti. Firmé con mis dedos en tu espalda un pacto de no agresión. El acuerdo que acepté en tu cama me hizo pasar del llanto al placer en cuestión de segundos. Pero las guerras nadie las entiende. Y yo no te entiendo a ti.

Me he vestido torpe.

En mi cabeza has mezclado la ilusión y el arrepentimiento.

Juegas con mi corazón para cocinar pócimas a tu antojo. Sergio, eres un hijo de puta.
Has afirmado no querer volver a estar conmigo y… Has dado el portazo. Cabrón.
Da igual, yo también te he mentido. No te he contado lo de David.

Por el camino me sorprendió la lluvia. Mejor, así he tenido que disimular las lágrimas.

Elena me ha gritado y me ha abrazado a partes iguales. Hoy he sido yo el adolescente. He obrado a tu gusto y he optado por autodestruirme en la cama, contigo.

Sergio, lo que he desarrollado con todo esto, aparte de una predisposición al ridículo, es un síndrome de Estocolmo, de libro.

Me he metido en la cama pensando en lo guapo que estabas con ese gorro de lana y en el calor que he sentido en los besos.

No te quito de mi cabeza. Estoy enfermo ¿Verdad?

1 comment: