Friday, November 22, 2013

DÍA 10. J'ai laissé (Dejé)



Soy ser humano torpe. Masoca. Kamikaze. De los que caen mil veces en el mismo error, y luego… Vuelven a caer. Lo que me pasa con David es un ejemplo.

Al levantarme he visto a los dos universitarios en el sofá. David despierto. Elena dormida.
El chico ha ido como un resorte hacia mí. Beso de bueno días. He contestado con un leve gesto labial. Sigo pensando en ti, pero el chico es amor puro. Estoy en dos sillas y mal sentado. Si me siento en la tuya se mueren lenta y dolorosamente las células del corazón, si me siento en la de David, me caeré y él me levantará. El problema es que yo estoy planeando peligrosamente sobre tu silla.

En el descanso de la comida me he encontrado con Marta, tu amiga. Uno de tus esbirros. Me dijo que quedáramos un día los dos a tomar un café. Parecía demasiado interesada en saber todo sobre mis cuernos. Dice que la he abandonado.
Normal. Es lo que tienen las rupturas. Escisión. Mato de hambre unas amistades y alimento otras. Soy selectivo, en definitiva.

Ver a Marta me ha matado por dentro. Ha sido como un puñetazo en la boca del estómago, y yo sin Ana para que me salve de todo esto.

¡Por fin! Escuché el taconeo de Ana por el pasillo. Es distinto. Es musical. Impregna de energía. Venía acalorada y grabadora en mano. Me dio un par de besos,  y se me paso el ardor que me produjo esa necia.
Ana rebuscó en el bolso y sacó un paquete, arrugado y mal envuelto.

-Toma, esto es tuyo. Es algo que para mí es medicinal y… Te lo he comprado. Me dijo sonriendo.
-Joder, Ana tía. Muchas gracias, de verdad. Pero no veo el porqué. Respondí ilusionado.

Milésimas de segundo tardé en desenvolver aquel despropósito de paquete.

Un CD de Christophe Maé. Me sorprendí mucho. Muchísimo ¿Recuerdas las veces que te puse su música? Estuvimos tres días en París y escuché su voz en un Taxi. No tuve más remedio que preguntar al conductor por el nombre de este chico.

Ana lo descubrió en 2007, mientras su primer matrimonio se resquebrajaba en Lyon.
No la puedo estar más agradecido. Me ha levantado del suelo para todo el día. Siempre me salva.

Al acabar la jornada he ido a comprar algo para ella. 
Sabes que no soporto que me regalen sin dar algo a cambio. 
La calle Fuencarral siempre me ayuda a elegir regalos. He comprado un pintalabios “Russian Red”, entré en la tienda y pensé que era para ella. Me parecía poco y he ido a por unos bombones. Lo sé. Soy poco original.

He caminado a paso ligero hasta casa. No había nadie. Pero, estaba todo tirado. Pasé de recoger.

Me he metido en la habitación. He abierto el disco con las manos temblorosas. No veía el momento de pulsar “Play”. Cigarro en mano. Me he ido quitando los zapatos mientras la música marcaba mi ritmo en los movimientos.

De pronto todo se ha detenido. La canción de aquel Taxi. He pensado en Ana y en su magia. He pensado en ti y en cómo me pedías que te tradujera sobre la marcha sus letras. Y es inevitable no pensar en ti en pasado y no arrojarse a un abismo. 
Es entonces cuando Christophe Maé me catapulta a la masacre emocional de hoy:

“… Aujourd’hui j’en n'ai plus le cœur. J’avoue et j’effleure nos je t’aime pour toujours, qui lentement se meurent. J’imagine ce qu’il te dit, ce qu’il te fait, ce qu’il en pense
Je devine ce que tu vis à ses cotés en mon absence…”
“…Y hoy ya no tengo ánimo, reconozco y pienso que nuestros te quiero para siempre lentamente se mueren. Imagino lo que él te dice, lo que te hace, lo que piensa. Adivino lo que vives a su lado en mi ausencia…”

¿Te lo puedes creer? Cuando escuché aquella vez esta canción, jamás pensé que sería yo el que evocase tus días con el otro.

Raúl ¡Su puta madre!
Jamás había tenido su imagen tan cerca. El pobre, no tiene la culpa. Es bajito y pronuncia las erres como si fuera gabacho.

Elena siempre llega a tiempo. Justo.
Cuando  me sentí caer, entró en casa. Gritando como siempre. Es histriónica a veces. Pero es mi histriónica preferida.

¡Sorpresa! David venía en el paquete. Decía que quería verme.
Me he sentido como una madre preguntando por el examen. Elena bien, siempre se altera y luego sale adelante. David ha contestado con un ¡Pfff!

Yo, si fuera el profesor de esa bendita asignatura le aprobaba. Primero, por pesado. Segundo, porque sus ojos son una maravilla química. Física. Astral.

Mira por donde hoy tampoco duermo solo. Me gustaría más dormir contigo, pero… ya lo hace “Raúldemicurro” como tú dices.

David es más guapo. Más atento, más pesado, más empalagoso, más  simpático y pronuncia mejor las erres que el tonto ese. Me encantaría que le vieras, ahora. Esto es pura carrera armamentística. Creo que en eso te gano. En temas de corazón ganas tú, tienes más fuerte coraza.

Hoy me he sentido raro. No se si he extrañado en exceso o he muerto de ganas por herirte. Complejo.

No es tarea fácil aclarar mis sentimientos ahora. Para ti sí. ¿Cómo lo haces?


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