Friday, November 29, 2013

DÍA 16. Ni un segundo

Es un regalo poder ver, cada mañana, el amanecer con un café en la mano. Es un regalo apreciar cómo la luna de Madrid huye, sobre los tejados, de la imponente luz, que anuncia que es hora de ponerse a funcionar.

Desperté, como hace días que no lo hacía. Sonriendo. Abrazado. Compartiendo calor con David.

A propósito, Sergio ¡Quédate mi corazón! ¡Es viejo! Además, creo que David me está construyendo uno nuevo. Mejor, más fuerte. Con escudo.

Hace más de dos semanas que me tiraste al estercolero sentimental. 
Gracias a Dios, siempre, hay alguien dispuesto a reciclar sentimientos. Siempre hay alguien dispuesto a potenciarlos. El chico de los ojos verdes es ese alguien.

Recurrí a aplastar baldosas hasta el trabajo. Con arrojo. Con fuerza. Con ganas de comerme el nuevo día, en esta ciudad que me devora.
Ni contigo me sentía así. Pero, creo que es el espíritu universitario. Que se contagia, como la mononucleosis, a través de la saliva.

Pese a todo este torrente de emociones bajo el que estoy, no estoy preparado para tener otro bis a bis contigo. Tengo ganas, pero no quiero que me devuelvas a la mierda, de la que estoy saliendo. Sé que acabaríamos en horizontal. En la cama. A plomo fundido.

Como ves. Sigo ciclotímico.

Hoy, currar me dio la vida ¡Sin jefa!

He dedicado mi labor a escribir sobre banalidades varias. Los zapatos de Letizia. Los vestidos de Letizia. El botox de Letizia.
Escribir sobre las bondades, de nuestra compañera periodista, hecha Princesa, ha sido cuanto menos terapéutico. Ella era tema vetado entre nosotros. Tú la odiabas tanto…

En realidad odias todo. Lo peor es que nunca haces nada por cambiarlo. Tus soluciones, limitadas como tu mente, son obviar, dejar morir y desechar. ¡Anda! ¡Casualidad! Como has hecho conmigo. Cabronazo.

Bueno ha sido, también, darme cuenta de que ya no centras mis conversaciones con Ana. Te definimos como “ese tipo”. Te nombramos. Te insultamos y… ¡Fin!

Aunque, camino de casa, me he vuelto a dar cuenta de que en silencio, te sigo pensado. Te sigo teniendo en la cabeza.

Al entrar, en la que otrora fue tu hogar, no me quedo más que adorar la estampa que imprimían Elena y David en el sofá. Riéndose.
Me pinchan adrenalina a diario.

Abrí una lata de cerveza, y seguí currando un poco, en el salón. 
Mis chicos se dedicaron a hacer un trabajo de no sé qué mecanismo biológico para una asignatura con un nombre tremendamente largo. De cuando en cuando, asomaba la cabeza por la puerta. Les veía trabajar y me iba, en sigilo.

¿Sábes en qué he caído? ¡En lo feliz que sería la abuela Paula si viera esto! Siempre te hablaba de ella y de su moño. La yaya, siempre, entendió que fuera capaz de amar a otros hombres. Se pasó media infancia comiéndome el tarro, para que fuera médico. Ahora, al verme con David, se enorgullecería de que un futuro doctor estuviera a mi lado.

¡Por cierto! ¡Qué sorpresa! Te encantaría haber estado. Me llamó Patricia.
¿Recuerdas? Pati. Tú. Yo. Hicimos piña el último año de carrera. Compartimos borracheras. Noches de cine. Estrés. Preocupaciones por el futuro de cada uno.
¿Sabías que vive en Italia?

Bueno, el caso es que… Preguntó por ti. Yo, como siempre hago con esa pregunta, me callé. Me quedé en silencio. En este caso es una respuesta. Pati es buena periodista.  Mejor que nadie sabe que el silencio es un titular.

Viene mañana. A Madrid. Se quedará dos días en casa, antes de ir a Santander, con su madre.  Dice que trae buenas noticias y muchas ganas de verme.

Después de colgar pensé en llamarte. Pati es de los dos. Yo no soy como tú, comparto. Pero,… por otra parte, espero que tengas claro que no lo haré. No pienso discutir contigo delante de ella. No quiero que me la robres o acapares su atención. Siempre te gusta ser el centro de todo.

Pensé, también, en esconder a David. A veces, creo que me avergüenzo de él. Bueno, corrijo. Me avergüenzo de mí y de mis estupideces. David estará, aunque cuando te enteres te joda y te mate por dentro. Recuerda la guerra fría en la que estamos.

El halo de energía, en el que ha estado envuelta, hoy, la casa, me ha invitado a escuchar a Malú. Mientras cenaba. Mientras los chicos trabajaban en el no sé qué ese. 
Tengo la sensación de que ella me espía y después compone canciones para mí, porque…

“… Sin ti ha vuelto a entrar la luz por la ventana, he vuelto a sonreír por las mañanas. Sin miedo a que alguien me diga que no. Se fue la huella que dejabas con tus dedos, se fueron los altares y los credos, y las reglas que inventaste con tu amor. Y no pienses ni un segundo en regresar por el camino que te vio partir…”

¡Ves! Poco a poco veo el camino.

David se está encargando de borrarte, poco a poco. Hay muchas cosas que son difíciles. Escribiste con tinta.

La respiración de este chico al dormir me empuja al sueño profundo.
Hoy soñaré con él. Seguro.

Creo que deberías acostumbrarte a que poco a poco dejarás de estar en mis sueños.
Espero que sientas lo que es que te cambien por otro. 
Duele. ¿Verdad? 

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