Se me han pegado las sábanas. Son las 12.
Sabes que los sábados me encanta desayunar fuera. Me he vestido
a prisas y he bajado al Bar de Doña Lola. Siempre es tan amable, tan dulce. Es
como mi abuela. Me da unos besos fantásticos, rozándome con su mandil, que
huele a tortilla de patata.
He pedido lo de siempre. Café sólo y un pincho de tortilla.
Me ha preguntado por ti. He creído morirme y he contestado
con un frío “No se”. No ha vuelto a preguntar, sólo me ha acariciado el moflete
con su dedo gordo. Lo ves, como mi abuela.
Me ha enseñado una carpeta con todo lo que escribo en la
revista ¿Sabes que guarda mis artículos y se los enseña a las marujas que van
por las tardes?
Lola es genial. La quiero más en mi vida.
Me ha invitado. Dice que los chicos guapos no pagan, pero…
¡Está de coña! Con mis gafas de culo de vaso y sin peinar.
He comprado el periódico. Se me ha hecho raro llevarlo de
una pieza. Tu siempre lo desmontabas por el camino.
Me he ajustado la bufanda. Ya sabes que nuestra calle es Siberia
en invierno.
He mirado el balcón de la habitación. ¡Ahí estaba Elena!
Esta chica tiene un problema. En bragas y camiseta de tirantes, fumando.
Me he sentado a leer un rato, en tu lado del sofá. Así no lo
veo vacío.
Hemos comido unos tupper de mi madre. Albóndigas, de las que
a ti te gustan.
He vuelto a dormir. Siesta maratoniana. Hasta que Elena ha
vuelto a gritar. En realidad es como si tuviera una adolescente en casa.
He mirado un par de veces el móvil. He consultado la agenda,
nada que hacer, y he dicho a Elena:
-Creo que voy a salir.
Casi le da un mal. Se ha puesto loca de contenta. Ha ido a
mi armario y ha sacado de todo. Look rockero, look casual, informal, elegante,…
Yo me he ido a la ducha, directo. He
puesto la radio y ¡Por fin! Algo de música animada:
“…You got me going, so come, set me off. You
excite me. You ignite me. Give me your touch and light me. Con Fuego lalalalá
lalalalalá…”
¡Mierda! Es Soraya, con lo que te gusta…
He aprovechado unos minutos para llorar debajo del agua y he
salido.
Me he puesto la cazadora de cuero, los pitillos negros y la
camiseta de Bowie.
Elena ha tardado horas en arreglarse. Se ha puesto monísima.
Taconazos y un mono de gasa. Siempre va ideal. Aunque seguro que se ha
congelado.
Hemos pedido al chino. Yo he comido unos fideos de arroz
fritos, Elena Cerdo agridulce.
Cogí las llaves, el fular negro que me regalaste, me bañé en
colonia y… ¡Joder! ¡El móvil! ¡Muy importante, por si me escribes!
Hemos caminado hasta la plaza del Rey, con una botella de
ron y otra de Coca-Cola ¡Hace mil años que no hacía botellón! Me estoy
apolillando, bueno en realidad, la vida de pareja me ha apolillado.
He dado mil besos a quince personas que me miraban raro.
Quizá por sacarles 6 años y tener ya alguna cana en la barba.
He conocido a David. Es un chico guapísimo. Se me da un aire
a ti, pero con el pelo más cortito. Tu misma sonrisa, tu mismo sentido del
humor,…
Elena ha decidido condenarnos a un antro donde ponen música
desde Marta Sánchez a Isabel Pantoja, pasando por Britney Spears.
He empezado a ser consciente de todo el alcohol que he
bebido cuando he ido al baño.
Al salir, David me había pedido una copa. No sé de lo que
era, pero mañana me va a hacer mucho mal.
He bailado como un loco. La mezcla de bebidas en sangre me
ha desinhibido. La verdad es que me lo he pasado genial y…
¡A ver! Sergio, perdóname, pero…
¡A tomar por el culo! He vulnerado mis propias leyes. La del
sexo con amor, la de la sensualidad, la de tus caricias, también la de ocupar
tu lado de la cama. Al fin y al cabo mi propia Constitución necesita unas
cuantas enmiendas desde que no estás.
No te preocupes, el sexo no ha sido mejor que contigo. El
tuyo tenía carga emocional. El tuyo era una institución en sí mismo. El tuyo me
ponía la piel de gallina.
Lo de David ha sido sucio, ha sido el polvo por el polvo. Ha
sido como de hombre de las cavernas.
Ha sido sexo y nada más.
Me asusta verle a mi lado.
Yo lo siento. No quería y me arrepiento.
He mandado a David a su casa. Como un cobarde. No me quería
sentir tan harapiento y tan hijo de puta. Le he acompañado hasta la puerta, en
calzoncillos. Ha querido besos de despedida, yo no estaba por la labor.
He tapado con la manta a Elena. La he acariciado el pelo y
la he dado un beso en la mejilla. Hoy que duerma en el sofá.
Yo voy a acostarme ya. Aunque… ¿Para qué? Los remordimientos no me van a
dejar cerrar los ojos.
Necesito que me perdones ¿Lo harás?
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